No recuerdo bien cuando me perdí es decir, cuando transmuté a otro ser inconsciente, distinto. Quizá mi razón se fundió en mi corazón. Sentí el fuego de la vida, no lo pude apagar nunca más. Los sucesos de la vida van llenando la sustancia de recuerdos, memorias que se forman, creando el piélago eterno de la nostalgia.
Mi mente lógica se hundió en un pantano de ideas, pensamientos infinitos demasiado profundos para poder escapar. Mi alma esta llena de recuerdos. La ausencia es una película proyectada, en el abismo del ayer. Nací para ser juzgado, para ser recordado, para ser olvidado. Mi pensamiento es un diccionario frenético, incendiándose mientras leo las paginas escritas en el viento. El dolor me va cambiando sin embargo, sigo siendo un faro encendido en la oscuridad del mar. Nuestros sueños están tan presentes; los dejamos naufragar. En el vacío de la soledad espero una palabra, desahuciado. Camino por calles indiferentes, ya no siento, solo sueño. Palabras que no retornarán, letras que desaparecieron en las letanías de tu mirar. Las luces de ciudad reflejan la ambigüedad , el reloj de arena que olvidaste en las orillas de la verdad. Tu sonrisa me enseñó a volar, tus manos me abrieron el alma, tus ojos sembraron una estrella en la profundidad. Nacimos para cambiar, en la tempestad leeremos nuestras ofrendas hacia la oquedad. Despertaremos en la nada del fuego, espacio sin materia, que eternamente nos quemará.
Santiago Salvador
2016
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