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martes, 6 de mayo de 2014

Disco Rayado

El calor del verano trae recuerdos de amores pasados. Amores olvidados bajo las nubes de esta ciudad. Jonás, llegó en su bicicleta, miró hacia la puerta Lanfor, pensó en la música, en la semana de trabajo.Quitó el seguro de los candados, enrolló la puerta que chirrió en un gran ruido de maquinaria, la mente de un robot olvidado en el tiempo. Entró, habilitó la electricidad. Mientras el tocadiscos empezaba a girar, las luces iban prendiéndose, desde atrás hacia adelante con un sonido eléctrico de ignición.

Bajo la luz blanca, observó sus discos.Todos eran acetatos.Tenía gran variedad de música:  clásica, jazz, punk, indie,industrial, new wave, heavy metal, grunge, y rock clásico. Poseía una gran variedad de música, que le había tomado algunos años y aventuras para obtener. El sitio de vinilos y accesorios era su vida, le había costado mucho trabajo y sacrificio crearlo. Era una manera de expiación con él mismo.El tiempo es lo único que no se puede recuperar.

Lo primero que hizo fue poner un disco de “The Angels- My Boyfriends Back”, para empezar el día. El local no era muy grande tenía tres estanterías para vinilos:cincuentas, sesentas en la primera estantería,en la segunda estantería, setentas y ochentas, en la tercera noventas y el resto de su colección. Circundando las estanterías había  una pared cubierta de afiches gigantes : The Cure, Black Sabbath, Pixies, Pink Floyd, Pearl Jam. Del otro lado tenía una pared entera estampada con el rostro de Bob Dylan.

 Había decidido ponerse la tienda de discos como una manera de redención, el fin de una etapa larga en su vida, una gran parte de ella. Rebosante de circunstancias y sucesos: luchas, derrotas, momentos de alegría, y profundas tristezas. Sentimientos encontrados, reprimidos, en el filamento del foco que era su vida.

 Había comprendido, que la vida no es todo regocijo, sino una lucha constante con lo externo y lo que está dentro de uno mismo. Ese conflicto permanente de desarrollar el alma y la mente a pesar de los avatares, constantes que la vida acerca. Con sus terremotos y volcanes en actividad permanente.Entretanto, terminaba de limpiar el local. Sacó dos sillas, limpió el cenicero,se acercó al tocadiscos, colocó la aguja sobre otro “ Surfin Bird-The Trashmen”. Mientras ordenaba los discos, en orden alfabético, su mente evocaba todo tipo de acontecimientos del pasado. Había mucha música fantástica en esas estanterías, verticales. Contrastaban con el resplandor del día, tornándose en una dimensión desconocida; la dimensión de la melancolía. Sus recuerdos los conservaba con vehemencia, "nada dura para siempre, sólo existe la música". 

Para empezar la mañana, siendo las diez, se acercó a su colección de discos personales, para colocar otro más.  Alusiones frías llegaron al interior del local.Inmediatamente empezó a sonar” Sweet Leaf”
Las batallas que en el pasado había tenido, su rebeldía constante, los días interminables cavilando sin parar, como una mosca en lo podrido de la realidad. Las personas que había conocido; las extensas noches, los amaneceres solitarios. En el fondo, era feliz a su manera. Intuyó que tenía amigos más allá de sus libros, de su soledad estoica. Descifrar el mundo. Aprendió a evolucionar en él desde su núcleo, estrellándose cada vez, siendo fuerte, levantándose cada vez. La vida continua, es una cloaca que baja hacia un abismo insondable.
Mientras el disco se acababa escuchaba "Solitude"  los autos andaban afuera del local, los semáforos estimulaban el fluir del tránsito. Una que otra persona transitaba inerte, mirando hacia adentro escuchando la música con su hechizo. Sólo había que entrar. Este era su mundo.


Santiago Salvador
2014

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