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sábado, 18 de mayo de 2019

Luz lateral



“I felt that I breathed an atmosphere of sorrow.” 
―  Edgar Allan Poe


Más allá de las frías montañas. Al borde de la humanidad, se filtran historias innombrables. Se abren rosetones de sucesos cotidianos que permanecen subyugantes. Sobre el mundo terrenal se escucha un bramido astral profundo y espeluznante. Son las quimeras arraigadas del pasado. Sueños, pensamientos y visiones; un remolino han forjado. Extrañas influencias infiltradas en el umbral de la naturaleza. La desesperanza humana pululando. Encuentros distorsionados sin razón alguna.

Los sucesos que narraré ocurrieron hace mucho tiempo, en la primavera de 1985. Entre aguaceros y espasmos de sol intenso que se alternaban sobre la ciudad.
Pasaba las tardes frías de mayo haciendo mi jornada en un hospital de Quito.
Mi oficio consistía en hacer la limpieza de todo el edificio, incluyendo el tanatorio que quedaba en el piso subterráneo. Era un lugar muy obscuro, aislado y fétido.Los doctores le llamaban “el otro mundo”.

Noches enteras limpiando la sangre del piso. Los coágulos de plasma impregnados entre las paredes; debido a las autopsias mórbidas y constantes. Dejando el hospital una noche, me trasladaba hacia mi hogar, en el centro de la ciudad.Sucedió algo muy extraño; entré en un ensueño nocturno muy peculiar. Mientras terminaba el turno de limpieza; me disponía a apagar las luces. Escuché gritos y lamentos pendencieros que salían en un miasma, de las paredes del tanatorio. Sus llantos emitían un eco agudo y sonoro, de ambigua tristeza y resentimiento.

La respiración del páramo contaminaba la atmósfera exterior en una densa niebla.
El tránsito mecánico sucumbía en las arterias imbuidas de sombras. El cielo, estaba completamente cerrado por nubes rojas, que resguardaban los secretos de un invierno eterno. Caminé hacia la terminal aledaña y esperé paciente para poder cruzar la calle. Cuando el semáforo cambió ingresé con holgura a la parada de buses donde se desplazaban: niños, mujeres, hombres, discapacitados, estudiantes, oficinistas, obreros, empleados; personas mentales; junto con otras almas inusuales.

Al entrar a la estación pude ver que un ciego caminaba, apoyándose de su bastón para poder subir al bus que pronto cerraría sus puertas. Entonces subí por la puerta aledaña para alcanzar el transporte oportunamente.  El bus iba lleno de pasajeros aturdidos y exhaustos; esperanzados por llegar a sus respectivos lugares de descanso.
Encontré un puesto junto a unos estudiantes que conversaban en voz alta.

Oye José,  ¿pudiste resolver el problema de álgebra de la profe?
¡De qué me hablas!, ni loco, estuve concentrado en la luz lateral que entraba por la ventana.
 Se proyectaba en partículas de polvo que bailaban por el aire y sabes, pensé en mi propia mortalidad, en mí efímera existencia.Respondió.

El transporte avanzaba por la oscuridad en un lapso de completa incertidumbre. Iba mirando la avenida. El concreto progresivo creaba un presagio gris en el tiempo.
De repente sentí una presencia muy pesada detrás de mí. Era una silueta solitaria, lóbrega que apareció entre la multitud. Pude sentir una sensación de curiosidad seguida de asombro; hacia este personaje enigmático de energía femenina.


Se acomodó en el centro del bus mientras avanzaba inerte por la noche. Giré la cabeza lento y mire hacia atrás. Intentaba de precisar la presencia de este ser que despertaba sentimientos de compasión y desprecio al mismo tiempo. Era una mujer de mediana edad. Tenía la figura de un ángel medieval. Sus cabellos eran de oro, largos y rizados como las ramas de un sauce mágico. Sus ojos eran dos joyas verdes que se reflejaban en una desesperanza imposible de comprender.

Su rostro, tierno y delicado trajo a mí mente la imagen de la pintura renacentista,
“La Virgen de la rueca”. La impresión que tuve de aquélla imagen, dentro del transporte público fue muy intrigante. Retiré mi mirada; en una décima de segundo regresé a ver una vez más. Observé sus ojos colmados en lágrimas. Percibí un silencio denso en el interior del bus. Fue cuando pude comprender un profundo y aberrante misterio.

La imagen que presencié intermitente durante algunos segundos: representaba la visión de un pasado no muy lejano. Sus ojos estaban anonadados en pesares. Resplandecían con extrema confusión y sentimiento. Recibí un lamento sordo, penetrante como la voz del mar. La reacción hizo que mi mente se ofuscara en un espasmo execrable. No pude controlar más mi incertidumbre.
Al observar por última vez; la mujer había desaparecido.

 Nunca antes había experimentado un fenómeno parecido. La imagen estremecedora que contemplé ante mí, ¡no era real! Había intentado manifestar algo. En ese preciso instante, no supe cómo reaccionar. Permanecí completamente paralizado. Al volver en razón escuché en mis oídos, claramente el sonido hondo, de un vasto océano que se estremecía en algún lugar del universo.

Fue mórbida sorpresa, seguida de un espasmo de horror sobrehumano. Una mujer llena de belleza- espectral seguramente de otra dimensión, había hecho su aparición. Su rostro se  mostraba angelical, su talante como un jardín de colores.Fui presa de un auténtico espanto seguido de un escalofrió muy intenso.Concentré la mirada por la ventana hacia la infinita noche.Con desesperación volví a ver, no había nadie.
La sensación que permaneció en mi fue de una atracción muy fuerte, desconcertándome de manera abismal. Formulando enseguida, todo tipo de suposiciones endemoniadas y fantásticas. Absolutamente nadie había notado su presencia; ni escuchado el sonido profuso del mar. No supe lo que pasó; ni lo que iba a suceder.


Sin duda, me había relacionado con un fenómeno despreciable y sobrenatural.
El momento que observé aquel espectro tan perdurable y amedrentador. Desde que pude ver su presencia furtiva y demencial. Hasta desaparecer sin dejar rastro alguno en el espacio nocturno. Únicamente yo había sido el testigo de esa visión, ilusoria y melancólica. Usurpando sosiego entre las fauces de un mundo asolado.¿Por qué me había escogido a mí?

Ahora, después de tantos años de ese deleznable suceso, en un bus de esta ciudad. Mientras limpio las paredes del tanatorio desmedrado y embovedado del hospital. Todavía puedo sentir la sensación infinita, casi real; emanando de un océano ulterior. Nunca podré olvidarme del sonido que se desvaneció esa noche con la sombra de esa misteriosa muchacha. El sonido mermado de un fantasma.





Santiago Salvador
2019

domingo, 12 de mayo de 2019

Psique solar

Corazones muertos
en criptas fétidas,
sufrimientos, en cisternas
de tormentos y cadenas.

Eterna ficción en el
núcleo del olvido.
¡Visión sideral en
lejanías de tú abismo!

La voz del verbo
cósmico en el vacío,
galerías de ciudad,
en piedras infinitas.

Origen y sombra,
mundo temporal,
mutación mental,
pasadizo de libros.

Santiago Salvador
2019



sábado, 4 de mayo de 2019

Secta espacial

Ser anacrónico
entre la luz y la oscuridad,
hace mucho tiempo, el viento
recurrió del silencio sideral.

Ojos primogénitos.
batalla erial, entre las
tropas negras de la realidad.

Estanque de rosas errantes.
tinta negra escrita en la aurora.



Santiago Salvador
2019