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jueves, 16 de enero de 2020

FM Fantasma


“Great revelations of nature, of course, never fail to impress in one way or another, and I was no stranger to moods of the kind."

-Algernon Blackwood


Dejaba de sonar «Plush». Eran las tres y cincuenta de la mañana. Faltaba poco para terminar mi turno de madrugada conduciendo el programa de radio FM Fantasma. Hacía mi turno todas las noches de sábado y la madrugada del domingo. El programa empezaba a la media noche; terminaba cuando salía el sol. Mientras trabajaba, un domingo del verano de 1998, entraba, una de las últimas llamadas del fin de semana.

 Presioné el botón de señal abierta y contesté.
-FM fantasma, donde los sueños más profundos ven el reflejo del cosmos.
-Bienvenidos al nido de las estrellas antiguas-dije.
-Soy Dayana, no he podido dormir toda la noche.
-Mi mejor amiga falleció hace tres días; se ha quitado la vida por un amor que no le correspondía.
 Lo que dijo me dejó desconcertado.
 Contesté con vehemencia y definición.

–Las olas del mar son frías, continuas. Hay miles de kilómetros que se deben recorrer hasta finalmente llegar hacia el sol. Hay personas que sin embargo, deciden adelantarse; tomar el fatal atajo.El suicidio es una nube negra que borra toda la visión de la existencia. Es mejor salir de ese pensamiento: navegar el  mar de la vida. A pesar de las circunstancias prescritas por el sino que suele ser muchas veces sombrío: algún día llegaremos al sol-concluí.- La diferencia entre azar y destino debe ser comprendida.- El suicidio sería un acto de libre albedrío.

Se escuchó un atisbo de su aliento seguido de un gemido de tristeza profundo y desmesurado.
Sentí algo difuso en la llamada
-Ella está aquí conmigo, no me deja dormir.
¿Cuál es tu nombre?-dije.
 Ella cerró el teléfono.
 Aplasté el botón de señal y salí del aíre.

Susurró, «Don't Fear the Ripper». Eran las cuatro de la madrugada, el cielo se inventaba, un nuevo día, reflejado en las ventanas. La oscuridad pronto se desvanecería de una forma tan extraña, sobre los escombros de la noche.
Millones de vidas despertarían enseguida, miríadas de distintas y frágiles almas, en distintas variaciones y circunstancias humanas.

Entró una nueva llamada. Presioné el botón de señal y contesté.
-FM fantasma, donde los sueños perturbados ven la claridad.
Escuché la respiración de un individuo, se mostraba decidido a contar algo.

- ¡Haló!, me escucha- expresó con firmeza.

-Llamo desde los pantanos de la soledad. El lugar donde residen los lánguidos y espantosos espectros del olvido. Donde la luna cubre todo con su luz,despertando hechizos nocturnos.
-Me comunico porque quiero contarle sobre un razonamiento muy limitado para el vulgo.
-¿Podrá usted razonar conmigo y entender conmigo, lo que le voy a reflexionar?
-Le pido su atención ya que es un asunto muy desconocido y distante para las mentes superfluas-dijo.

-Repuse- ¿Has llamado por algo que quieras expresar, esta madrugada?

-Las llamas de la humanidad se esparcen por el mundo que se nos ha dado; desde la eternidad de lo desconocido. El materialismo ha esclavizado nuestras almas; y no podemos reaccionar ante el cosmos redentor. Cada vez vemos menos quienes realmente somos. La verdad estelar está escrita en nuestras vidas.Somos el azar de las estrellas; seres fugaces en la profundidad del universo -replicó.

-Su voz se alzó- ¡Estamos desorientados! Algún día se hendirán las fauces del cosmos que reside frente a nosotros. Un mar de estrellas se escuchará desordenadamente en una noche de oscuridad inmensa. Se partirá la tierra más maciza de forma inconmensurable. Los secretos más soterrados de la humanidad, saldrán de los abismos y resonarán con un rugir estridente. Las ciudades se sumergirán en las profundidades oceánicas.Los volcanes y cordilleras del sur resurgirán en batahola, se mutarán los valles y  las costas. Los océanos surgirán hasta llegar a las faldas de las montañas más altas y desoladas. Entonces allí descansarán durante la eternidad.
El cosmos ulterior; observando hasta el fin de los tiempos.
Sólo quedará nuestra ciudad extendida en las alturas.

-¿Las ciudades se hundirán bajo el mar?- pregunté.

-Continuó- El cosmos influye sobre nosotros, la mente humana es un receptor cósmico. Algún día lo comprenderemos: por tanto pensaremos de otra manera. Escucharemos la sonora resonancia de antiguas civilizaciones perdidas en el tiempo actual. Intuiremos el legado espiritual que hemos heredado del pasado, y toda su trascendencia en la humanidad. Descubriremos impenetrables galaxias ocultas; desconocidas para nuestra percepción y conciencia. Podremos ver la verdad de nuestra existencia bajo las constelaciones. Encendamos y sintonicemos nuestro receptor.
-¿Intentaremos conectarnos con el más allá?
-Eventualmente lo haremos.

-Colgó- El silencio que surgió de esa llamada fue tan profundo como un vacío inexplicable. La luz violeta se escurría por la ventana- susurrando la madrugada.
En el devenir entre la oscuridad y la claridad; surgía la lógica humana.
Sólo pude reflexionar (perdido en mí ) sobre lo que había dicho ese extraño individuo en la ambigua señal.  

-Se oyó, «Wandering Stars» de Portishead.

 Nuevamente entró una llamada, la señal repercutió en el aire.
-Bienvenido, a la zona astral-contesté.

Siendo las cuatro y cuarenta de la madrugada, escuché un sonido muy peculiar.Venía de un lugar remoto, al otro lado del micrófono. El rastro de una voz relucía, rancia en la transmisión.
La frecuencia de la radio se alteró cambiando el sonido a una señal cortada y reprimida. En cada palabra se escuchaba un esfuerzo inconmensurable en la señal.Sentí una sensación de angustia muy fuerte, recibí un mareo seguido de escalofríos macabros.

Entonces habló una voz, sonaba altruista. Emitía una sensación de desesperanza y horror al mismo tiempo. Se reverberaba en ecos psicofónicos, que se desvanecían en la oscuridad de la cabina. Algo muy raro se hizo presente en el ambiente. Algo no iba bien en esa llamada.Su aliento se registraba de forma intensa en los monitores. Algo sobrenatural yacía en esa voz.

-Soy el escritor Sven Cañizares, la fecha es 26 de julio de 1986.
-La radio todavía sigue encendida -dijo.

Me espanté, sentí algo denso, espectral. Su voz tenía un tono particular que me espeluznaba completamente la piel. Percibí una conexión con el más allá que heló mis huesos. Era algo inmaterial y repulsivo. Me di cuenta de que algo muy extraño interfería en la señal, se escuchaba poseída por una presencia no existente.

-Prosiguió.

- Llegué a Pillaro, el 23 de julio por la noche, donde pernocté en un establo vacío que pude encontrar. Arribé a los Llanganates, después de haber caminado durante dos días, siguiendo la conocida ruta, El Derrotero de Valverde. El sol había desaparecido irritado, entre las lúgubres montañas milenarias.El extenso río Topo descendía proliferando de las entrañas del páramo. Crucé todo el extenso llano, subiendo y descendiendo hasta llegar al otro lado de las desafiantes colinas. Bajando por peñas de pajonales y atravesando pendientes de alta piedra negra. Crucé el rió, hacia el otro lado de la cordillera. Las montañas más siniestras se extendían prolongadas y altivas. Pude observar la extraña especie Myriocolea Irriorata, en rincones desconocidos de la vertiente que seguía ligera tras mis pasos. Avancé subiendo desde la orilla, hasta el Valle de los Frailejones y pernocté en un jardín arcaico. El río continuaba por las grietas y senderos más minuciosos del páramo sombrío. Me seguía como un espíritu helado. Su hinchazón mágica era un custodio, que se escuchaba entre la bruma protegiendo las laderas.

Su voz se perdió en el sonido bizarro de la señal.

-Seguí con la ruta, me volví parte de ciénagas abundantes que afloraban del hielo y la piedra.Había algo muy antiguo y poderoso esparcido en la atmosfera de las montañas ulteriores. Cuando ascendí la última loma, contemplé la laguna y me conmoví. Su gran transparencia era desconcertante. Perduraba inmensa de un color verde, sumergido en el centro. Su espesa profundidad era un enigma silencioso, bajo ese cristal inmaculado. Presencié las cuevas gigantes usadas hace miles de años; como canteras donde se extraía y producía el oro. Pequeños muros de piedra se levantaban formando entradas laterales. Decidí aproximarme a una de las cuevas aledañas. Mantenía un aspecto milenario y lúgubre. El cielo exterior se tornaba de un color atezado y desafiante.


 Se sintió una pausa fría y enloquecida.
-Había algo más, allí conmigo en el las fauces del páramo y su eterna omisión- dijo.

De vuelta en la cabina, mientras la oscuridad se aclaraba, me sentí hipnotizado por esa voz tan disforme. Observé las montañas proyectadas en la distancia. Sus picos insondables centelleaban entre la claridad del amanecer: vi un mundo lejano y antiguo. La señal se desvaneció nuevamente; la voz surgió en la cabina una vez más.
Continuó con su relato.

-Descendí caminando por piedras envueltas en flores engendradas por el rió. Contemplé la oscura y amplia entrada que permanecía colosal entre las grietas. Me demoró medía hora llegar hasta la entrada de una cueva negra y profunda. Al pararme frente al umbral, el sonido que escuché surgiendo de las intensas profundidades; fue el de cientos de voces que hablaban y rumoreaban entre sí. El rastro del rió había desaparecido hace mucho tiempo sin embargo, todavía se escuchaba su fluir en el interior del túnel. Desembocando en el vacío de la oscuridad ancestral.

-Cuando entré me estremecí al escuchar el viento que nos advertía, con un gemido estruendoso. La laguna se posaba verde detrás de nosotros. Silente y profunda, ocultando los secretos de otros tiempos. La luz del sol había desaparecido. Entonces encendí mi linterna, que se mantenía en buen funcionamiento. La radio VHF, de larga distancia que había traído conmigo también permanecía prendida. Seguí por un camino que bajaba hacia un pozo negro. Su inmensa oquedad tenía algo siniestro y desconocido.Continué mi descenso, la atmosfera era completa oscuridad, se percibía un olor muy intenso que provenía de una lejanía sepulcral.

-Percibí enseguida la sensación del frío autóctono del lugar. Sentí un eco soterrado que resonó en un rechinar agudo dentro de la cantera. Era el sonido de un tren recorriendo túneles oscuros e interminables. Enseguida escuché una vibración sonora muy singular. Era sin duda, una bocina gigante.Su sonido era tan cristalino pero terrible, atiborrando el silencio profundo de la cueva.
Era una nota aguda y su prolongación reverberaba de forma serena y tétrica. Su tono provenía de la distancia prolongada y extensa de la cueva. Avanzaba subyugado en la neblina que se adentraba. De repente, detrás de la profundidad del consumido averno, escuché el forcejeo impávido de un ave que luchaba por librarse de unas cadenas.Casi me quedo loco de remate, no logré discernir lo que estaba presenciando en el vacío maldecido de ese averno.

-Nuevamente escuché muchas voces hablando y comunicándose entre sí. Parecía que concordaban sobre un asunto muy importante. Pronto me di cuenta de que la grieta descendía frente a mí, en una forma de ilusión óptica. Estaba sumergido en un camino rocoso de paredes húmedas, adversas. Seguramente el voraz río había pasado por aquí hace miles de años. Seguía avanzando pero no había llegado a ninguna parte. La linterna enfocaba un sinfín de cuevas llenas de niebla y oscuridad impenetrable. Escuché una caterva de sonidos muy extraños derivando de esas grietas sepultadas en el tiempo.

El sol lentamente había surgido de un lugar que nadie conoce, su luz se esparcía tenue por toda la cabina. Son las cinco de la madrugada. La transmisión se tornó confusa y empezó a escucharse un berrido muy intenso.Seguramente era el viento agreste perdido en esa gruta olvidada sin fondo, que resonaba en los parlantes del transmisor. Pude observar la ciudad encenderse en una luz azul. El canto de las aves se escuchaba hasta el interior de la cabina. La extraña voz que subsistía en la señal, hizo un  prolongado silencio. Se escuchaba el ulular violento del viento. Daba la sensación de estar amenazado por algo completamente horrendo y peligroso.


Enseguida habló en un tono de desesperanza y aflicción irresoluta.
Su tono de voz era discordante y delirante.

-Pude ver especies desaparecidas de flores ancestrales, aves pululando los páramos milenarios. Apreciar el sonido del río socavando el tiempo en las piedras ciclópeas.Vi el sol ocultarse en las tinieblas del horizonte andino. Las leyendas del páramo; las luces prisioneras de la oquedad resplandecen sobre mí. Hoy, 26 de julio - me encuentro sin comida, sin provisiones. La linterna alemana que traje conmigo ha sido mi última esperanza en la inmensa oscuridad.La batería del transmisor pronto cesará. Ahora me encuentro en esta hondonada infernal. Desde que caminé en sus piedras hediondas y húmedas, todo se transmutó en resonancias y onomatopeyas de horror.

-La luz roja del transmisor de larga distancia permanece encendida en una penumbra que sin duda está hechizada por un pasado muy antiguo: más allá del presente y el futuro.

-Fallecí anoche, fue una noche muy larga y helada. Durante todo el tiempo que permanecí en ese hueco profundo e insondable; sentí la noción de estar en otro espacio del mundo. Observé sombras que empezaron a formarse en las paredes de esas grutas altas y negras. Se agruparon otra vez, pronunciando sus palabras herméticas, en las sombras. Interpretaban un dialecto muy antiguo que tenía un aire de secreto y de reserva.

-Entonces, sentí presencias lentas, muy pesadas que pululaban con fuerza en la oscuridad de la fosa. Continuaron las conversaciones en un lenguaje críptico, en la penumbra donde presencié en silencio. Permanecí estupefacto, lleno de incertidumbre sentí un horror sobre natural. Empezó a oírse el crujir de una fogata inmensa, vibrando en las paredes de la cueva. Se escuchaba el clamor del fuego ardiendo en una hoguera fulgurante y poderosa. Escuché el sonido errante de un ejército de guardianes, acercándose en una resonancia que se prolongó por el fétido agujero. Se acercaban, me estremecí por última vez, con un horror inexplicable. Los pasos procedían desde las entrañas andinas, se aproximaban con una fuerza inmensurable.  

-Una luz gigante se aclaró en el fondo de la oscuridad putrefacta y arcaica. Se hacía más pronunciada en su extenso fulgor. En ese momento supe que nunca más saldría vivo de esa cueva maldecida. Escuché una vez más el aleteo de ese fénix sin nombre, que se alejaba y se adentraba en el infinito, hacia la hoguera escondida entre las piedras. Me di cuenta de que me encontraba en un mundo taumatúrgico infestado de nostalgia. Seres antiguos, se alojaban en el interior de ese agujero anacrónico. Ni siquiera, pude comprender lo que eran hasta que vi que se acercaban entre las luces de ese fuego profundo. Contemplé espeluznado sus sombras aproximándose en las paredes de piedra.

-Penetró fuertemente un olor fétido e irracional que provenía de charcos inconmensurables de la sangre teñida en el pasado. Sabía que nunca más volvería a ver la ciudad y la sociedad, que formaban parte de mi idiosincrasia, y de mi vida. La lluvia cayendo en tardes remotas sobre la tenue urbe escondida en la cordillera. Pantanos y bosques desolados bifurcando el horario cotidiano.La luz del amanecer creando la lógica habitual. Trinos de aves, ecos de voces de gente cercana. El sol desvaneciéndose en las fauces de un mundo sin fin. La fe que está en todos; pero que no podemos entender. Las pesadillas que soñamos en un nuevo amanecer.


La transmisión disminuyó con una rapidez tan concentrada que se flexionó en un sonido abismal. El receptor de la consola reventó repentinamente. Me estremecí furiosamente: había sentido una presencia olvidada en el abismo de páramos profanos. Lo que había receptado en esa madrugada a través de la señal; fue la reencarnación del pasado. El retumbar del páramo en la niebla, con su indistinta fortaleza. Esa vibración se coló por la transmisión esa madrugada reventando el transmisor, que era el corazón de mis apariciones durante la aurora. Asimilé entonces, todo lo que había escuchado de ese escritor fantasma: perdido en las fauces de los Andes. Se había encontrado con entes poderosos, que residen en las montañas pantanosas y heladas de los Llanganates.

En mi mente surgió todo de lo que el escritor, Sven Cañizares había visto en su viaje, antes de perecer por hipotermia y fatiga letal el 27 de julio de 1986. Su cuerpo fue encontrado en una cueva entre las montañas, a finales de noviembre de ese mismo año. Fue docente en la facultad de filosofía y letras durante el periodo 1978-1988. Había venido estudiando el alto páramo y las montañas profundas y místicas de los Llanganates y los Andes. Todo lo que él había contemplado en las profundidades del abismo. La inspiración por la naturaleza, quedó registrada en mi mente para siempre.


Santiago Salvador
2020






















viernes, 27 de diciembre de 2019

Los confines del hielo


Los límites de la oscuridad,
la defensa de un abismo fatal
enjambres de avispas mortíferas,
¿Piensas que no te busqué en el tiempo?

en el vacío final de la tarde
las últimas luces son promesas
el color del sentimiento es violeta
los días transcurren, sin evidencia

un invierno gélido, sempiterno
el nido del mirlo en un bosque negro
lluvias incesantes crean riachuelos;
los mitos, sombras y espectros

entre el sueño y la vigilia;
está presente el universo 
el corazón aún late; los himnos
fríos y lánguidos de los amantes



Santiago Salvador
2019



domingo, 10 de noviembre de 2019

Mutación astral


Sueños mancillados
sendas que descienden en
cordilleras insondables

espectros y personas
disyuntiva hechizada;
despertares en pantanos

las luces del alba,
un lugar donde vas,
páramos y acantilados

flores fulgentes
iluminan, tú cuerpo
en sombras inertes

ecos de tú voz,
negrura circundante,
en ciénagas de sangre

el hielo de cerros y
montañas se vierte
en tus lágrimas..

Santiago Salvador
2019


domingo, 27 de octubre de 2019

Aparición otoñal

Se oyen voces en
el abismo, en grutas
de piedra y opacos
nidos de lechuzas

bruma fantasma,
ciclópea y hedionda
desciende hacia el río;
sola escribes en el vacío

luz distante se diluye  
en las fauces del páramo, 
el olor de la melancolía 
en cavernas inciertas

canto de aves mágicas, 
repican un amanecer
pretérito; fosas de sangre
subyacen en silencio

¡He sido ciencia!
¡He sido sombra!
¡He sido el hielo!
¡He sido tierra!

laguna desalmada;
corazones que no
pueden invernar: una
estrella en la oquedad


Santiago Salvador
2019



sábado, 19 de octubre de 2019

Metis

El destino es el fuego
del bien y del mal,
arriba en el cielo
vuela un serafín, silbando
la decrépita realidad

recuerdos de un sueño,
un amanecer invernal:
botellas vacías, balada
de un espejismo lunar

negro y frío ventanal,
refleja tus ojos: un
mensaje, lejano y astral
: luz de la creación universal

miradas en calles quemadas
pensamientos, palabras que
sangran del alma, entre
la eternidad y la entelequia


Santiago Salvador
 2019








domingo, 8 de septiembre de 2019

Páramo ulterior

El páramo escoriado
se estrella en mi ser,
caña, polvo, viento
y el eterno anochecer.

en las paredes del tiempo,
hiedras verdes cuelgan en
laderas siniestras, se oyen
murmullos en las piedras.

caminos horadados,
derroteros hechizados,
cerros, cuevas, mesetas,
y jardines retorcidos

contemplo mi libertad
en la distancia vacía;
yace una puerta que
preside: un altar espacial

el horizonte brilla en
su ultima luz, bosques
abandonados, picos
negros ensangrentados.

Santiago Salvador
2019











lunes, 5 de agosto de 2019

Corazón lejano

He visto a la muerte
llevarse a tanta gente
lamentos ensalmados
simulando lo inhumano

Noches en vela,
sintiendo un frío y
sonidos de fenómenos
que salen del estío

¡Coágulos de palabras!
Bosque iluminado por
un blanco espectro
asfixiándose en espasmos

cloacas deshabitadas,
túneles fantasmas
árboles deformes
proclaman añoranza

piedras de montañas se
derraman en la atmósfera
se escuchan voces anormales
indelebles y agudas.

océano colosal se abre negro
bajo nubes toxicas de la tarde
colores astrales, cercanos: la
divinidad de un corazón amortajado.


Santiago Salvador
2019