Mientras llega un nuevo día, voy resumiendo mis aventuras en el
microcosmos de mi vida. Sus innumerables y constantes circunstancias que evolucionan,
y mutan nuestros caminos. Continuar con la vida en soledad es el destino de la
persona que todavía no suelta el amor. Dejar ir es algo que no nos
enseñaron ni en la escuela, ni en la vida. La mente olvida pero el alma se
quema para siempre. El olvido se lo vive en el presente. La desolación
del corazón es una playa interminable bajo el sol. Las cosas perduran en la
eternidad del tiempo.
Las frustraciones, los fracasos de la vida, la necedad encadenada a la
piedra del destino. La oscuridad que acompaña a la derrota trae un vacío
incompresible. La muerte es cuando el amor se va, cuando no puedes
abrazarlo, cuando no puedes franquearlo. Los problemas de la vida la lucha por
el dinero efímero. La lucha por lo que más queremos nos desgasta, aprendemos a
alejarnos del fuego que nos quema o a quemarnos en el. Expresar lo que
sentimos, lo que nos duele, es bregar olas del vasto mar que surcamos. A la
larga, el amor es lo único que nos hace vivir, sentir la vida.
La vida es única y es lo más preciado que tenemos. Estar al lado de una
persona que está lastimada no es fácil. Una persona, cualquier ser humano
de este planeta que no conocemos. Todos estamos marcados de alguna forma por un
destino particular un devenir que evadimos constantemente. La verdad. Hay cosas
en nosotros que no podemos cambiar pero si podemos aprender a moldearlas con
las experiencias de la vida. Somos quien somos después de todo. Si tomamos
nuestras decisiones con el corazón, caemos en un abismo sin final. A veces los
golpes interminables que trae la vida, nos cambian y nos definen
irrevocablemente. Las heridas que tenemos dentro del alma no las podemos curar
fácilmente. Somos esculturas de piedra abandonadas en el pasar del tiempo.
Los momentos más oscuros de nuestras vidas son necesarios, la luz
siempre espera al otro lado del túnel, es un proceso largo, que toma tiempo. El
tiempo es un cadalso demasiado vasto, nuestras historias y circunstancias son
demasiado pequeñas para la perspectiva eterna que tiene el tiempo. El tiempo es
la panacea del amor, el amor es la panacea de la vida. El desapego es la
entrada en la máquina del tiempo. La aventura de la vida, la metáfora de un
barco en alta mar. Cada nuevo día es una página sin escribir. Afrontar la vida,
sus batallas y derrotas es lo único que queda por hacer. Salir del determinismo
con intuición y valentía. Aprender a vivir, con nuestros errores amargos,
con los aciertos sutiles, nos fijamos más en nuestros errores que en
nuestras virtudes.
Debemos aprender a apreciar a las personas que nos rodean a
valorar la amistad.
Somos seres que habitamos, producimos, creamos, trabajamos y vivimos. No
obstante, somos seres de emociones que sienten pero también que lastiman. La
raza humana en su paradoja, una raza que se auto- destruye se auto mutila
para sobrevivir, para seguir perfeccionándose y evaluarse para ser una
mejor versión sin embargo, en el intento el precio que pagamos es inmenso.
Una humanidad de benevolencia que destruye para curar, lastima para estar
mejor. A la larga, nos dejamos arrastrar por lo que la masa dice y hace.
Esa conformidad mundial pretexto del pesimismo y la depresión. La palabra, la
expresión literaria es una forma de entender mejor el mundo, a las personas.
El olvido del tiempo en el que vivimos.
De la novela de Jesse Andrews, publicada en Marzo del 2012,
llega la película escrita por la misma Andrews, dirigida
por Alfonso Gómez Rejón, 6 de Noviembre 1972. Un guion
espectacular, sui-géneris, humano, representado por cualidades de igualdad y de
compasión hacia las personas que sufren de enfermedades terminales. A las
personas en general. El director nos presenta esta película ácida en su
esencia. Un chico todavía adolescente se encarga de ser un apoyo para una chica
que va a su mismo colegio. No sabe bien quién es. Una amistad se da con todas
sus caras y realidades. Al margen de la muerte, de un epitafio escrito en
la piedra.
Santiago Salvador
2015
Santiago Salvador
2015
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