El páramo escoriado
se estrella en mi ser,
caña, polvo, viento
y el eterno anochecer.
en las paredes del tiempo,
hiedras verdes cuelgan en
laderas siniestras, se oyen
murmullos en las piedras.
caminos horadados,
derroteros hechizados,
cerros, cuevas, mesetas,
y jardines retorcidos
contemplo mi libertad
en la distancia vacía;
yace una puerta que
preside: un altar espacial
el horizonte brilla en
su ultima luz, bosques
abandonados, picos
negros ensangrentados.
Santiago Salvador
2019
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