Bajo las aguas profundas del estanque, cercado de árboles temerosos,
pueblan escuelas de
peces opacos, azules y rojos, infiltrados en cavernas, infeccionadas de laminariales depravados, en el devenir del tiempo
Engendrando, una imagen lóbrega, que habita tenue, por su manantial
Cuando vea relámpagos en tus ojos, descenderé a la
oquedad uniforme
Encenderé un fuego
eterno de tormentas, en el núcleo de tú cosmos
Un sagrario, guarecido refleja las fotos de tu
vida.
Escondrijo hechizado
bajo líquidos, diáfanos, indefinidos
Pulpos apolíneos residen, velando tu
voz y tus gestos
En un antro, contemplaré
un fuego endiablado, salvaje brisa de mis versos
El fuego trae luz, y una sombra, deambulando tras tus pasos
El estanque retiñe la aurora, mientras sueñas con cuerpos celestes
Nido de aves exhumando las visiones de un mundo, devastado
Aguas glaucas, silenciosas, cubiertas de magia viscosa
El cristal, fósil de la luna, exterioriza sus luces engañosas
Conversaciones en madrugadas con espectros, gélidos, letrados
Los flujos del hado, el lenguaje de un corazón, manifiesto
Un resplandor, expiando el dolor que guardamos dentro
Seres espectrales, espoleando entre algas, esperando un
contacto humano
Troncos viejos, murmurando plegarias, cánticos longevos
El zumbido de un violín espectral, aleja maldiciones y borrascas
Piedras encantadas, susurrando coloquios sumergidos
Espléndido estanque, reflejando las luces de los muertos, el júbilo de ángeles
En una mañana de hastío, arrojarás a la llamas, los designios del destino
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