Bebió el último trago de licor barato, que había comprado durante el crepúsculo. Se sostenía sobre el marco de la ventana, imbuido en la penumbra. En la lejanía, observó su imagen perdida para
siempre en las sombras del pasado. Su vida, anacrónica en el tiempo, la muerte silenciosa, la vida fugaz y la magia oscura del espacio contaminado, emulsionando en licor inhumano.
La borrachera sobrecargó sus emociones. Su tocadiscos viejo, con la tapa plástica trisada, estaba sonando “Fatalidad”, de forma estridente por la habitación. Aún consciente, de un impulso brincó desde el margen de la ventana hacia la oscuridad. Saltó desafiando el vacío -lo podrida que es la vida- El abismo insondable lo llevaría a los pantanos del más allá.
Santiago Salvador
2014
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