Recuerdo cuando estaba entrando en la adolescencia, solía
entrar al auto de mi padre, un Volkswagen camper ; me encerraba a escuchar
la radio; música de los noventa.( Diez años antes, " Another Brick In The Wall", sonaba en la atmósfera de mi niñez). Recuerdo ver las
portadas de las revistas sentir deseos y curiosidad por esos cuerpos tan
exuberantes. Recuerdo a mí padre, mí familia, los viajes que hacíamos juntos; los
regalos que recibía por navidad. Recuerdo el carácter muy particular de mi
padre, lleno de rigor pero también de dulzura y cariño infinito.
Conocí la
independencia desde muy temprana edad, salía a caminar por las calles de Quito,
calles fantasmas, vacías en días llenos de sol y claridad emocional. Caminaba
hasta el "Caracol", donde me compré mis primeros casetes: Alice In Chains, Tom
Petty and the Heartbreakers; La Maldita Vecindad, y Sepultura.
Años después, encontré un par de bandas que cambiaron mi vida, GNR, Metallica.
La vida en mi colegio, mis compañeros de curso y mis
compañeras, todas muy guapas y distintas. No puedo olvidar estar enamorado de
una de ellas, (Sandra), siendo buenos amigos, me enamoré perdidamente. Recuerdo
que me rechazó, entonces, comencé a
conocer los diferentes tipos de amor que se experimenta, en la adolescencia. Las
fiestas, las luces de colores, revoloteando en las paredes. Empecé a
conocer las calles, la noche, tan larga, tan impenetrable.
Recuerdo a mis
amigos, el grupo que conocí y al que pertenecí durante la secundaria. Tuve que repetir sexto año, tener que volver a empezar otra vez, para poder conocerlos. Parecía que ese paralelo era realmente para mí. Las aventuras que tuvimos
creciendo juntos fueron inolvidables. Se viene a mi mente el octavo piso, de un amigo, donde nos quedábamos a dormir un grupo de quince vándalos, después de una noche de destrucción, ( la pared cubierta de fotos de Surf), las alturas, la adrenalina. Puedo evocar , cazando hongos
alucinógenos en los oscuros bosques, todos los vuelos, algunos muy altos, otros bastante bajos, otros
un poco degenerados. Sin embargo, la amistad verdadera nunca murió.
El día que mi padre falleció, me quedé en shock , no pude
llorar, durante mucho tiempo. Tenía tantas emociones reprimidas, que tardaron mucho tiempo en salir. Busqué refugio en
los libros, evocaban la voz de mi padre. El primer libro que leí fue "Veinte mil
leguas de viaje submarino", y " Las Flores
Del Mal". En sus páginas encontré refugio,
pude encontrar nuevos mundos, olvidarme de la realidad, perderme entre
eventos tan reales como la muerte misma. Los libros, me sacaron adelante poco a
poco. Me cambiaron la perspectiva de la vida. Fueron mi terapia.
Un día muy temprano, esperando a que pasara el bus del
cole, estaba sentado inerte, en las gradas de una abandonada casa; escuche una
voz que me recriminaba de ser feo, regresé a ver al otro lado de la calle, ella estaba ahí con su falda de cuadros, de color azul , rojo, su diadema, sobre su frente. Su bus, siempre pasaba primero, así que se subió , se fue; nunca más la vi. Hasta que después de muchos años, una noche, en un
sueño, escuché su voz en un mensaje que salía de una grabadora; me hablaba, me contaba, las cosas que hacía, sus planes. Recuerdo que su voz se
podía escuchar con tanto realismo, fue como tenerla enfrente de mí, pero sólo
fue el eco de su dulce voz. Tuve que seguir con mi vida, no obstante,
nunca olvidaré a esa niña, a esa mujer.
Stephen Chbosky; 25 de Enero de 1970. Nos
muestra con su narrativa juvenil, una historia cargada de sucesos continuos.
Sucesos que particularmente, individualmente, van
marcando nuestras vidas en continuidad con el exterior; nuestras familias, los
amigos de la vida, y las personas que nuestro corazón cuál imán, atrae. Seguramente los amigos, son más importantes que la soledad, quizá la familia es tan importante , nos
marca en tantos sentidos. El corazón tiene su propia manera de sentir, de
pensar , de actuar; el corazón… el corazón.
Santiago Salvador
2015